Escrito por: Tomás Dahua
29 de noviembre de 2024
En la vida a menudo pasamos pruebas y desafíos que nos hacen sentir pequeños frente a la magnitud de las dificultades, como si estuviéramos luchando contra un ejército dispuesto a desmoronar nuestra paz y esperanza. En esos momentos, una pregunta importante surge: ¿En quién depositamos nuestra confianza? El relato de 2 Crónicas 20 ofrece una perspectiva profunda sobre cómo enfrentar las batallas de la vida con una firme confianza en Dios. Este capítulo narra la experiencia del rey Josafat y el pueblo de Judá al enfrentarse a una amenaza inminente, mostrándonos la clave para hallar la victoria en las pruebas: confiar plenamente en el Señor.
En el relato, se cuenta cómo una gran alianza de ejércitos de Moab, Amón y otros de los amonitas se dirigían contra Judá. Al recibir la noticia de esta invasión, el rey Josafat sintió temor, pero su respuesta fue ejemplar: buscó a Dios en oración y convocó al pueblo a un tiempo de ayuno y súplica.
La oración de Josafat es un claro modelo de humildad y fe. En ella, reconoce la soberanía de Dios, Su poder y fidelidad en el pasado, y pide ayuda, confesando: «… no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos.» (2 Cro. 20:12). Esta declaración muestra una completa dependencia de Dios, incluso cuando todo parecía perdido.
La respuesta de Dios llegó a través del profeta Jahaziel, quien les dijo: «No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.» (v. 15). Este mensaje cambió la perspectiva del pueblo: su tarea no era pelear por su cuenta, sino confiar en que Dios lucharía por ellos. Al día siguiente, Josafat hizo algo que parecía insólito: puso a los cantores al frente del ejército, quienes alababan a Dios mientras marchaban. El resultado fue extraordinario: los enemigos se destruyeron entre sí, y el pueblo de Judá ni siquiera tuvo que levantar una espada.
Estos pasajes resaltan la importancia de depositar nuestra confianza en el Señor durante los momentos difíciles. Josafat no intentó resolver el problema con sus propios medios, sino que primero buscó a Dios. Esto contrasta con la tendencia humana de recurrir a nuestras habilidades, recursos o contactos antes de entregarnos completamente a Él.
Confiar en Dios significa reconocer que nuestras fuerzas son limitadas frente a los desafíos de la vida. No obstante, también implica creer que Dios es capaz, soberano y fiel para actuar a Su manera y en Su tiempo. La promesa del Señor a Su pueblo de que «no es vuestra la guerra» nos recuerda que Él se encarga de todo y tiene el control de todo, conduciéndolo, a su perfecta voluntad.
La actitud de alabar a Dios es esencial.
En vez de ceder al miedo o la frustración, Josafat y su pueblo eligieron alabar a Dios, aún sin ver los resultados inmediatos. Esto nos enseña que la confianza en Dios no depende únicamente de lo que Él haga, sino de quién es Él: un Dios bueno, poderoso y digno de nuestra adoración.
La historia de Josafat nos ofrece lecciones valiosas para afrontar nuestras propias luchas hoy en día.
Buscar a Dios primero. Antes de actuar, es fundamental reconocer nuestra necesidad de Su dirección y ayuda. La oración es la herramienta poderosa para acercarnos a Dios y alinearnos con Su voluntad. Reconocer nuestras limitaciones. Aceptar que no tenemos todas las respuestas nos lleva a depender de Dios, quien es más grande que cualquier desafío que podamos enfrentar.
Confiar en Sus promesas. Aunque no siempre entendamos cómo Dios obrará, podemos aferrarnos a las promesas que encontramos en la Biblia. Él nunca abandona a quienes confían en Él. Alabar en medio de la incertidumbre. La alabanza es una expresión de fe. Nos ayuda a centrarnos en Dios en lugar de nuestros problemas, llenándonos de paz y esperanza. Dejar que Dios pelee nuestras batallas. Esto no significa ser pasivos, sino tener una actitud de confianza activa, siguiendo la guía del Señor y descansando en Su poder.
Hoy en día, enfrentamos «ejércitos» que toman la forma de problemas económicos, enfermedades, conflictos familiares o la incertidumbre del futuro. Al igual que el pueblo de Judá, debemos recordar que la victoria no depende de nuestras fuerzas, sino de nuestra fe en Dios.
La historia de 2 Crónicas 20 nos invita a reflexionar sobre cómo reaccionamos ante las dificultades. ¿Nos apoyamos en nuestras propias fuerzas o buscamos primero a Dios? Este relato nos enseña que la victoria comienza con un corazón rendido, una fe viva y una constante alabanza. Además, nos recuerda que debemos vivir con una perspectiva eterna. Las victorias que Dios nos da no solo resuelven problemas inmediatos, sino que fortalecen nuestra relación con Él, aumentando nuestra confianza en Su amor y fidelidad.
Finalmente, recordemos que la batalla más grande ya ha sido ganada en la cruz. Así como Dios luchó por Judá, también luchó por nosotros al enviar a Su Hijo para derrotar al pecado y a la muerte. Este acto supremo de amor nos asegura que podemos confiar en Él en cualquier circunstancia.
Cuando nos enfrentemos a dificultades, recordemos las palabras de 2 Crónicas 20:17: «No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros». Al igual que Josafat, podemos experimentar la paz y la victoria cuando dejamos nuestras batallas en manos de Dios y caminamos confiados en Su poder.
Tomás Dahua
Está casado con Marisol, y juntos son padres de Zaira, Astrid y Xoan. Es pastor de la Iglesia Bíblica Bautista La Encalada, donde es responsable de predicar regularmente la Palabra de Dios. Publicista de profesión y amante de la música y la lectura. Ha sido ordenado al Ministerio del Evangelio en el año 2022.
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